Tiempo muerto
Es tarde ya. Se ha ido.
Y en el andar hacia la puerta notas que ha dejado
una blusa, un par de sandalias y un espejo roto.
Sabes que los recuerdos son graduados con honores
en la Universidad de la Tortura
y que no hay nada más peligroso que uno de ellos
adueñándose de una blusa, de un par de sandalias, de un espejo roto.
Y eso es solo con objetos dentro de la casa,
además de haber hecho el amor en cada rincón;
sobre la mesa donde comes, dentro del armario donde buscas la ropa
y sobre la máquina donde la lavas.
Y esos solo son lugares dentro de la casa.
Lo peor es que en cada casa que visites veras mesas, máquinas de lavar ropa,
armarios, y en última instancia, sandalias blusas y espejos.
Cada tarde sabrás que antes miraban al horizonte dos pares de ojos
y cada mañana que cuatro orejas escuchaban a los ruiseñores.
Y tus amigos los “graduados” se ocuparán de hacértelo saber.
Vivirás la vida acostándote con mujeres a las que imaginas como si fueran ella,
incluso en algún momento de pasión desenfrenada dirás su nombre por accidente,
pero te exculpará alegar(aunque casi nunca funciona)que son errores humanos
y que cualquiera mete la pata, aunque lo que extrañes sea meter algo y no precisamente la pata
y no precisamente con esa mujer con quien estás.
Sabes que el peor enemigo de los recuerdos es el whisky, así que compras una botella
de “matagraduados” solo para joderte la mente al otro día,
porque es quien quieres olvidar, quien de daba masajes en la espalda
en las mañanas de resaca. Así verás que es imposible escapar
y quizás cuando siga pasando el tiempo y veas que no se borra con el olvido
la imagen de esa mujer, de ese hombre,
aprenderás que el secreto de ser un poco feliz en la vida
es el de firmar un contrato justo con la memoria
y atenerse a las cláusulas inevitables de soledad.
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